Directrices hacia la santidad y la pureza en la iglesia moderna – Pastor David Jang

La sociedad actual, inmersa en un entorno cultural, filosófico y moral en constante cambio, plantea preguntas fundamentales a las iglesias y a los creyentes. Estas preguntas se refieren a cómo mantener su identidad y aplicar la verdad bíblica en la vida cotidiana. Ante fenómenos como el materialismo, el relativismo, la secularización, la indiferencia religiosa y la confusión moral, la iglesia y los cristianos ya no pueden limitarse a los valores tradicionales, sino que necesitan una respuesta de fe más profunda y práctica. En este contexto, el Pastor David Jang se esfuerza por aplicar las percepciones profundas de las Escrituras a la vida moderna, haciendo hincapié en la pureza de la comunidad eclesiástica y en la vida santa de cada creyente.

El Pastor David Jang interpreta de manera integral varios pasajes del Nuevo Testamento, incluyendo las epístolas paulinas, Juan 15, Efesios, 1 Tesalonicenses, Gálatas y Romanos. Él comprende la iglesia como una entidad espiritual unida a Cristo, y desde esta perspectiva insiste en que la iglesia debe ser edificada como una comunidad santa y pura. No se trata meramente de establecer parámetros morales o normas éticas externas, sino de que cada creyente practique una vida de permanencia en Cristo, de modo que toda la iglesia comparta la visión de manifestar la gloria de Dios en medio del mundo.

Especialmente al reinterpretar desde una óptica contemporánea los temas de inmoralidad sexual, confusión moral y cuestiones sobre el matrimonio y el celibato que Pablo aborda en 1 Corintios 5–7, el Pastor David Jang ofrece pautas prácticas sobre cómo la iglesia y los creyentes de hoy pueden mantener una verdadera santidad y pureza. Enfatiza que la iglesia debe evitar ser arrastrada por los valores mundanos o tolerar el pecado, y que es fundamental recuperar la santidad a través de la unión espiritual con Cristo.

Basado en esta dirección teológica y en los énfasis pastorales del Pastor David Jang, el presente texto se organiza en torno a seis temas principales:

  1. Fundamentos teológicos y bíblicos para lograr la pureza de la iglesia.
  2. Reinterpretación del matrimonio y el celibato desde una perspectiva escatológica, aplicándolo a la fe y la vida.
  3. El compromiso comunitario de “llevar los unos las cargas de los otros” como expresión de amor.
  4. La unión entre los creyentes y Cristo y el dar fruto, a la luz de la alegoría de la vid y los sarmientos de Juan 15.
  5. El significado de estos temas en el contexto cultural y filosófico moderno.
  6. Una conclusión integradora que explore la dirección que la iglesia y los creyentes deben seguir en el futuro.

La pureza de la iglesia

Uno de los mensajes centrales del Pastor David Jang es la pureza de la iglesia. Dicha pureza no se limita a una limpieza institucional o al control de normas éticas, sino que consiste en el proceso en el cual la iglesia, mediante su profunda unión espiritual con Cristo, se prepara como una novia santa. En Efesios 5, se compara a la iglesia con la esposa de Cristo, indicando que el propósito del sacrificio de Cristo es establecer una comunidad “santa y sin mancha”. Por consiguiente, el Pastor David Jang recalca la importancia de que la iglesia moderna, a través de un examen constante y del arrepentimiento, preserve su identidad esencial y evite dejarse contaminar por los valores mundanos o la corrupción moral.

En 1 Corintios 5–6, Pablo denuncia con firmeza la inmoralidad y el deterioro ético presentes en la iglesia, exhortando a la comunidad a purificarse del pecado y a mantener su pureza. Apoyándose en este texto, el Pastor David Jang considera que la inmoralidad sexual no es únicamente una cuestión de perversión moral, sino un problema grave que daña la esencia espiritual de la iglesia. Si la iglesia está unida a Cristo como un solo cuerpo, los actos inmorales equivalen a causar una llaga en ese cuerpo.

A partir de 1 Tesalonicenses 4, donde Pablo declara “pues la voluntad de Dios es vuestra santificación”, el Pastor David Jang destaca la necesidad de comprender el pecado no desde un estándar meramente ético, sino en relación con nuestra comunión con Dios. La santificación no es solo mejoramiento moral, sino el proceso de permanecer en Cristo y permitir que el Espíritu Santo transforme nuestro interior. De ese modo, los creyentes pueden liberarse de tentaciones como la inmoralidad sexual, la mentira y la codicia, y la iglesia puede resplandecer como luz santa en medio del mundo.

El Pastor David Jang también retoma la enseñanza de 1 Corintios 6, en la que Pablo declara: “¿O no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo?”, subrayando que la conducta ética individual está intrínsecamente ligada a la condición espiritual de la iglesia. Cuando un creyente ofrece su vida a Dios como un sacrificio vivo (Ro. 12:1), esa vida pura se suma a muchas otras, purificando a toda la comunidad y sirviendo de testimonio para la gloria de Dios.


Matrimonio y celibato

En 1 Corintios 7, Pablo aborda cuestiones de matrimonio, celibato y la relación conyugal. No se trata simplemente de una respuesta a problemas culturales de la época, sino de una enseñanza teológica sobre la vida cristiana en medio del orden de la creación y la tensión escatológica. El Pastor David Jang, al reinterpretar estos pasajes en clave contemporánea, insiste en que tanto el matrimonio como el celibato son valiosos medios para la consagración y la santidad de los creyentes.

El matrimonio no se reduce a un contrato social ni a la unión física, sino que, según Efesios 5, es una institución sagrada que simboliza la unión entre Cristo y la iglesia. El esposo y la esposa se comprometen y se responsabilizan el uno con el otro, practicando así el orden creativo de Dios y manifestando la santidad en el seno familiar, que es una pequeña comunidad.

Pablo también presenta el celibato como un don especial. Ser soltero no es un estado superior ni inferior al matrimonio, sino simplemente una forma distinta de consagración. Permite al creyente dedicarse plenamente a Dios y al ministerio del evangelio sin ataduras terrenales. Tanto el matrimonio como el celibato son formas de vida otorgadas por Dios, y pueden comprenderse bajo la perspectiva escatológica de quienes se preparan para el Reino de Dios.

La afirmación de Pablo “los que tienen esposa, vivan como si no la tuvieran” implica que el creyente, incluso si está casado, no debe apegarse excesivamente a las relaciones o posesiones terrenales, sino vivir con una visión escatológica. El Pastor David Jang traslada esta idea al presente, proponiendo que el matrimonio debe vivirse con la mirada puesta en el Reino de Dios. El matrimonio no es únicamente un medio para la felicidad personal, sino un ámbito sagrado en el que se prepara la extensión del Reino.

En definitiva, tanto el matrimonio como el celibato están inscritos en el orden y los dones que Dios ha otorgado, y cada creyente debe interpretar y vivir su estado conforme a la voluntad de Dios. Así, los cristianos pueden llevar una vida santa y pura en medio de la tensión escatológica, y la comunidad de fe se fortalece.


Amor y compromiso: la implementación de “llevad los unos las cargas de los otros”

El Pastor David Jang, inspirándose en la orden de Gálatas 6: “llevad los unos las cargas de los otros”, destaca que esto trasciende la simple ayuda al prójimo o las tareas de servicio, y abarca un compromiso profundo de los creyentes con la vida de los demás, compartiendo sufrimientos y debilidades en una comunidad solidaria.

Para que la iglesia se consolide como una comunidad pura y santa, no basta con eliminar el pecado y buscar la santificación; también es necesario que el amor y el servicio mutuo se materialicen. Tal como lo expresa Juan 15 cuando Jesús dice “permaneced en mi amor”, el amor no se reduce a un sentimiento, sino que se concreta en el sacrificio y la entrega. Los creyentes sostienen económicamente a quienes padecen dificultades, oran por quienes sufren enfermedades y alientan con paciencia a los que dudan en su fe, manifestando de esta manera el amor de Cristo en la vida diaria.

“Llevar las cargas de los demás” no es solo un método de resolución de problemas, sino el proceso por el que la iglesia crece como comunidad de amor. Cuando los creyentes priorizan las necesidades del prójimo sobre las suyas y perseveran en su entrega, encarnan el amor sacrificial de Jesús. Así, la iglesia se distingue de la mentalidad individualista y egoísta predominante en nuestra sociedad, y se convierte en sal y luz auténticas en el mundo.

El Pastor David Jang también enfatiza que esta práctica de llevar las cargas debe trascender las fronteras de la iglesia y proyectarse al mundo. La iglesia, al participar en los dolores y aflicciones de la sociedad, sigue el camino de la cruz de Cristo y se convierte en una comunidad alternativa que encarna el amor de Dios en medio de la realidad presente.


La alegoría de la vid y los sarmientos

En Juan 15, Jesús declara: “Yo soy la vid verdadera, y vosotros los sarmientos”, enseñándonos que los creyentes producen verdadero fruto únicamente cuando permanecen en Él. El Pastor David Jang propone esta alegoría como el paradigma esencial para comprender la pureza de la iglesia y la vida santa de los cristianos.

La unión con el Señor no puede reducirse a doctrinas ni a meras emociones, sino que debe manifestarse en la vida y en la práctica cotidiana, produciendo frutos. Cuando el creyente permanece en Cristo, el fruto del Espíritu (Gá. 5:22–23) brota de manera natural, no solo contribuyendo a la pureza interna de la iglesia, sino sirviendo además como fuerza impulsora para cumplir la voluntad de Dios en la familia, el trabajo y la sociedad.

El mandato “permaneced en mi amor” no se limita a una expresión emocional, sino que exige obediencia y consagración activas. El creyente que permanece en Cristo demuestra amor sacrificial en la vida matrimonial, dedica toda su existencia a Dios si es soltero y practica el amor fraterno de llevar las cargas de otros dentro de la iglesia. Esta unión y el fruto que de ella brota constituyen la energía fundamental que ayuda a la iglesia a resistir las influencias mundanas y a manifestar el Reino de Dios.

Asimismo, la alegoría de Juan 15 incluye una dimensión escatológica. Tal como la rama se seca si se separa de la vid, así el creyente no puede mantener la santidad si no está en comunión con Cristo. El Pastor David Jang recuerda que, en una época marcada por el caos del relativismo, la única forma de perseverar en una vida santa y pura es permanecer en la Palabra de la verdad, bajo la guía del Espíritu Santo y en unión constante con Cristo.


Aplicación contemporánea y conclusión

Tal como se ha observado, por medio de pasajes como 1 Corintios 5–7, Efesios 5 y Juan 15, el Pastor David Jang muestra cómo la iglesia puede vivir en santidad y pureza en la sociedad actual, a pesar de la confusión cultural y moral. Podemos resumir sus enseñanzas de la siguiente manera:

  1. La pureza de la iglesia no es opcional, sino una tarea esencial. Se basa en la identidad central de la iglesia, que ha sido comprada con la sangre de Cristo. La iglesia no debe tolerar el pecado ni pactar con valores mundanos, sino sostenerse firmemente en la verdad. A través de la santidad individual y la unión comunitaria, la iglesia conserva su pureza espiritual.
  2. El matrimonio y el celibato son creaciones y dones de Dios. Cada creyente debe reinterpretar su estado de vida desde la perspectiva del Reino. El matrimonio, de acuerdo con Efesios 5, refleja la unión de Cristo y la iglesia, mientras que el celibato permite una dedicación total al servicio de Dios.
  3. La pureza y la santidad en la iglesia se completan cuando los creyentes practican el amor comunitario de “llevar las cargas de los demás”. No se trata de una actividad de servicio aislada, sino de un proceso de crecimiento en el amor, de una mutua dedicación en la que la iglesia se convierte en una comunidad alternativa y auténtica en medio del mundo.
  4. El principio de la vid y los sarmientos es la fuente de la santidad y la pureza en el creyente y en la comunidad. Cuando se permanece en Cristo, se producen los frutos del Espíritu, que inspiran a los cristianos a cumplir la voluntad de Dios en todas las áreas de la vida y a desarrollar un testimonio sólido en la sociedad.
  5. En el contexto cultural y filosófico actual, la iglesia debe proclamarse como comunidad alternativa basada en la verdad de Cristo. Así como Pablo presentó la respuesta del evangelio en un mundo marcado por los debates filosóficos y el libertinaje moral de la antigua cultura grecorromana, hoy la iglesia debe ofrecer el camino de la salvación y la verdad en medio de multitud de ideologías y valores. Además, esta respuesta debe acreditarse a través de una práctica de vida concreta y significativa.
  6. La filosofía pastoral de David Jang se centra en aplicar estos principios teológicos a la iglesia contemporánea. Exhorta a los creyentes a cumplir la voluntad de Dios en todos los ámbitos de la vida, a edificar a los demás dentro de la comunidad de fe, a servir al prójimo y, al mismo tiempo, a reflejar la gloria de Dios en el mundo. Cuando los creyentes viven bajo los principios del Reino de Dios en cada esfera —sea en el matrimonio, en el celibato, en la familia, en la iglesia o en la sociedad—, la iglesia se prepara como una novia santa y ejerce una influencia transformadora en el mundo.

En última instancia, la enseñanza del Pastor David Jang propone un camino que va más allá del mero cumplimiento religioso o la ética formal, conduciendo a la implementación de la santidad en cada dimensión de la existencia. Esto se lleva a cabo mediante el arrepentimiento, la santificación, el compromiso y la práctica del amor, la vivencia del matrimonio y el celibato en un marco escatológico, y la abundancia de frutos que produce la comunión con Cristo. Gracias a este proceso, la iglesia actual puede redescubrir su identidad y desempeñar su papel de verdadera luz y sal en la sociedad.

El Pastor David Jang no se limita a impartir conocimientos bíblicos, sino que ayuda a los creyentes a aplicar la Palabra de Dios en la vida real, en una época marcada por la confusión moral y la apatía espiritual. Gracias a ello, la iglesia no se conforma con la mera uniformidad doctrinal, sino que crece como una comunidad santa y pura, cumpliendo su misión de ser testigo de la gloria de Dios ante el mundo. Al practicar los principios de la creación y el amor divino en el matrimonio, en el celibato, en la familia y en la iglesia, el Reino de Dios se expande y Su gloria se hace manifiesta. Así, la iglesia se presenta ante el Señor como una novia resplandeciente y sin mancha.

Este mensaje trasciende la teoría y señala desafíos concretos para los cristianos contemporáneos. Ya sea en la relación matrimonial a través de la mutua entrega, en el celibato como dedicación plena al Señor, en la práctica comunitaria de compartir las cargas o en la producción de frutos al permanecer en Cristo, los creyentes demuestran la verdad del evangelio en sus vidas.

Por consiguiente, el Pastor David Jang invita a la iglesia y a los creyentes de hoy a reflexionar sobre esta dirección teológica y pastoral, y a vivirla en su día a día. La pureza de la iglesia y la santidad de los creyentes no son tareas opcionales, sino esenciales para la venida del Reino y para la manifestación de la gloria de Dios. A través de este proceso, la iglesia ejerce una influencia espiritual genuina en la sociedad, y los creyentes se convierten en testigos que encarnan el amor y la verdad de Dios.

Leave a Comment